Una reciente investigación realizada en Chile ha logrado identificar un preocupante vínculo entre el incremento de la población del erizo negro (Centrostephanus sylviae) y la disminución de las langostas adultas en el Archipiélago de Juan Fernández. Este estudio multidisciplinario, llevado a cabo por un equipo de científicos de las universidades de Concepción, Católica del Norte, y Católica de la Santísima Concepción, ha destacado que desde 2018, la proliferación del erizo negro está alterando significativamente el equilibrio ecológico de esta área marina. Los resultados revelan que no solo factores biológicos, sino también los cambios medioambientales provocados por el tsunami de 2010, están influyendo en este fenómeno que podría tener graves repercusiones para la biodiversidad local y la actividad pesquera.
El trabajo liderado por Valentina Núñez en el Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción, junto a los investigadores Carolina Parada y Braulio Tapia, ha documentado que la reducción de las langostas adultas, que son los principales depredadores del erizo negro, ha debilitado el control natural sobre esta especie. La explotación pesquera intensiva ha llevado a una drástica disminución de los crustáceos, lo que ha permitido que el erizo expanda su presencia por diferentes zonas del archipiélago. En algunas áreas estudiadas, este erizo representa hasta un 85% de las capturas accidentales en trampas diseñadas para la pesca de langostas (Jasus frontalis), lo que altera de manera notable el paisaje submareal y puede desembocar en un blanqueamiento progresivo de los fondos marinos.
Los investigadores también han explorado el impacto del fenómeno de El Niño y el tsunami de 2010 en la dinámica de esta población de erizos. Según el artículo publicado en la revista Plos One, el evento de El Niño de 2015-2016 podría haber incrementado la temperatura del mar, acelerando el proceso de reproducción del erizo. Además, el tsunami alteró el lecho marino, creando nuevas oportunidades de colonización para algas como Ulva spp., que constituyen una de las principales fuentes de alimento del erizo negro. Estas variaciones ambientales, sumadas a la reducción de depredadores naturales, como ciertas especies de estrellas de mar, han favorecido un ambiente propicio para la expansión de C. sylviae.
La preocupación por el incremento del erizo negro no se limita al Archipiélago de Juan Fernández, sino que también se ha registrado en las islas Desventuradas y en otras áreas cercanas. Este fenómeno evidencia una tendencia regional que, según los investigadores, podría tener consecuencias devastadoras para el ecosistema marino y para la importante pesquería de langosta. Los autores del estudio destacan que es crucial implementar medidas de control para mitigar el impacto del erizo negro en el entorno marino y en la economía local que depende de esta actividad.
Las recomendaciones del estudio incluyen adoptar enfoques de manejo ecosistémico, revisar las tallas máximas de captura de langostas para proteger a los individuos más grandes, y evaluar estrategias de control directo sobre la población de erizos. Con estos pasos, se busca no solo salvaguardar la biodiversidad sino también proteger los medios de vida de las comunidades locales que dependen de los recursos marinos. Este estudio resalta la necesidad de comprender las interacciones entre especies y la influencia de las variaciones ambientales para poder gestionar de manera sostenible esta reserva de la biosfera.











