Pesca Sostenible: Entendiendo la Matización Necesaria

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La pesca sostenible ha cobrado relevancia en los últimos años, pero el debate sobre su impacto en los océanos a menudo carece de matices, contribuyendo a la confusión tanto entre el público como entre los responsables de la política ambiental. Según un informe del IPBES, el impacto de las pesquerías abarca el 55% de la superficie oceánica, un dato que genera alarmas pero que existe en un contexto metodológico cuestionable. La investigación de Global Fishing Watch, utilizada como referencia, ha sido objeto de críticas por su resolución espacial, que varía considerablemente y reduce la huella de la pesca a un 9% cuando se evalúa con un nivel más fino. Esto pone de manifiesto la necesidad de discutir la manera en que se presentan y construyen estas cifras antes de emitir juicios definitivos sobre las prácticas pesqueras.

Las comparaciones entre la pesca y la agricultura, basadas en estadísticas que no son equivalentes, añade una capa adicional de complejidad al asunto. Mientras que los estudios sobre la agricultura son más precisos en su resolución espacial, los de la pesca parecen basarse en una metodología que, aunque busca incluir todos los efectos del sector pesquero en los ecosistemas, termina generando confusión sobre la magnitud real de su impacto. Esta falta de claridad puede llevar a percepciones exageradas sobre la amenaza que representa la pesca, minimizando otras presiones sobre el medio ambiente que también requieren atención urgente, como la contaminación y el cambio climático.

Además de la cuestión metodológica, es crucial destacar el papel que juega el lenguaje en la percepción pública sobre la pesca. La clásica dicotomía entre «pesca industrial» y «pesca artesanal» no solo se obvia en definiciones precisas, sino que tiende a polarizar el debate de manera que no refleja la diversidad de métodos y prácticas actuales. Por ejemplo, en Chile, la sobreexplotación de recursos como el molusco Concholepas concholepas demuestra que incluso prácticas catalogadas como sostenibles pueden tener consecuencias catastróficas. Por otro lado, ciertas prácticas industriales pueden ser más eficientes en términos de equilibrio de carbono, mostrando que las generalizaciones pueden ocultar la realidad más compleja del sector pesquero.

La terminología utilizada, incluyendo el concepto de «huella», también merece un examen crítico. Aunque se presenta la pesca como una de las principales presiones sobre la biodiversidad marina, la posibilidad de manejar de manera «sostenible» las poblaciones de peces resalta un dilema significativo. En teoría, una pesca que respete los límites biológicos puede seguir teniendo efectos negativos en la biodiversidad marina, lo que sugiere que la sostenibilidad no es un concepto absoluto sino relativo. Estos matices son vitales para comprender el estado actual de las poblaciones pesqueras y para replantear las estrategias de gestión en función de la realidad local y regional.

El panorama de las pesquerías en Francia subraya las paradojas que aún persisten. Mientras se observa una mejora en las poblaciones pesqueras en algunas zonas de Europa, en otras continentes como América del Sur siguen mostrando signos de deterioro. La producción nacional en Francia está en declive, lo que provoca un aumento en la dependencia de importaciones, a pesar de una estabilización del consumo. Este ciclo revela la necesidad de un debate informado y matizado que no se limite a generalizaciones simplistas. La promoción de un diálogo entre pescadores, científicos y responsables políticos puede ser el camino hacia el desarrollo sostenible que tanto se anhela, haciendo frente a los desafíos de la pesca sin caer en la trampa de las oposiciones binarias.