Santiago, 01 de agosto de 2025 – Ha pasado un año desde que se cumplieron siete años de la promulgación de la Ley 21.100, conocida como “Chao Bolsas Plásticas”, la cual marcó un hito en la legislación ambiental de Chile y sentó las bases para un cambio en la cultura del consumo de plásticos. En este contexto, Unibag, como principal fabricante nacional de bolsas reutilizables, hace un llamado a la reflexión sobre los avances logrados y los desafíos que enfrenta el país en su camino hacia una economía circular. La empresa ha sido testigo del impacto que ha generado esta ley, la cual ha contribuido a reducir el uso de bolsas plásticas de un solo uso, pero que aún presenta vacíos normativos que deben ser abordados para asegurar su efectividad.
Desde su entrada en vigor, la Ley 21.100 ha impulsado una transformación significativa en la forma en que los consumidores chilenos interactúan con los productos de plástico. Sin embargo, como señala Eliana Moreno, cofundadora de Unibag, «el gran mérito de esta ley es haber impulsado un cambio cultural en torno al consumo de plásticos de un solo uso, pero al no ser precisa en sus definiciones, ha dado lugar a múltiples interpretaciones». Esta ambigüedad normativa ha provocado confusión tanto en el comercio como en la ciudadanía, lo que hace necesario repensar y actualizar la legislación de manera urgente, para evitar que se siga dando cabida a prácticas que desvirtúan el espíritu original de la ley.
Uno de los desafíos más cruciales que enfrenta la ley es el manejo del ciclo de vida de las bolsas. A pesar de que se prohíben las bolsas plásticas hechas de petróleo, la normativa no establece regulaciones claras sobre el fin de vida de estos productos. Recientemente, el Ministerio del Medio Ambiente emitió una guía que busca clarificar que las bolsas comerciales deben estar libres de polímeros derivados del petróleo. No obstante, los términos vagos como «componente fundamental» han permitido que se sigan comercializando productos gratuitos que no cumplen con la intención de ser realmente sostenibles, prolongando así el daño ambiental que estas pueden causar.
El surgimiento de bolsas plásticas de un solo uso en el sector del delivery ha enfatizado la necesidad de criterios claros sobre productos supuestamente compostables. Verónica Torres, Gerente de Sostenibilidad de la Cámara de Comercio de Santiago, destacó que se debe tener en cuenta tanto el origen como el destino final de estos productos. «Para proteger el medio ambiente, es primordial que ambos aspectos se gestionen de manera transparente y legítima», afirmó. La creciente confusión en el mercado podría obstaculizar los esfuerzos por cumplir con los objetivos establecidos por la Ley 21.100, si no se toman medidas rápidas y eficientes.
Con la mirada puesta en el futuro, Unibag ha propuesto actualizar la Ley 21.100 mediante un proyecto de ley que busque definir de manera clara las características de las bolsas plásticas, prohibir su comercialización y establecer mecanismos de certificación. La empresa ha trabajado en el desarrollo de materiales innovadores, como el almidón de maíz, que son compostables a nivel industrial. «Creemos que esta ley ha sido un avance tremendo, pero también que llegó el momento de actualizarla y fortalecerla», concluyó Moreno. A medida que se avanza hacia una economía más circular, la educación ciudadana y la innovación serán elementos clave para garantizar un futuro más sostenible para todos.