Moda Sostenible: La Verdad Detrás de la Industria Textil

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Cada año, la industria textil en Francia lanza al mercado más de 3 mil millones de prendas de vestir y calzado, según el Barómetro de ventas de Refashion. Sin embargo, un gran porcentaje de estas prendas termina olvidado en los armarios o es desechado poco tiempo después de ser comprado. Este modelo de moda rápida ha provocado una excesiva producción y un consumo desmedido, generando una crisis ambiental significativa. La industria de la moda es responsable de aproximadamente el 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una cifra alarmante que supera Kombinados las emisiones de vuelos internacionales y el transporte marítimo. Uno de los principales culpables es el uso elevado de poliéster, un plástico derivado del petróleo que compone gran parte de las prendas modernas.

Para responder a esta situación, en 2022, la Comisión Europea propuso una estrategia para promover textiles sostenibles y un modelo de economía circular en el sector. El ambicioso plan establece que, para 2030, los productos textiles en la Unión Europea deberán ser duraderos y reciclables, producidos con fibras recicladas y sin sustancias químicas peligrosas. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de regulación, la moda rápida sigue teniendo un crecimiento imparable. Desde el 2000, la producción mundial de ropa se ha duplicado, una tendencia que sugiere que los esfuerzos legislativos aún no han impactado lo suficiente en el comportamiento del consumidor.

Las cifras del gasto y desecho de ropa en Europa y Francia son abrumadoras. En los últimos quince años, el consumo de ropa en los países occidentales ha aumentado un 60 %, pero la longevidad de las prendas ha disminuido considerablemente, con algunas gastándose tras solo 7 u 8 usos. Asimismo, se estima que entre el 4 % y el 9 % de los textiles comercializados en Europa son destruidos sin ser utilizados, lo que representa alrededor de 594,000 toneladas anuales. En el caso de Francia, la Agencia de la Transición Ecológica estima que se desechan entre 10,000 y 20,000 toneladas de ropa cada año, lo que agrava aún más la crisis de residuos.

Un estudio reciente de la Universidad Católica de Lovaina reveló que el 22 % de las prendas en los armarios de los encuestados permanecen sin usar durante más de un año. Sin embargo, la mayoría de estos artículos almacenados están en buen estado y podrían ser reutilizados, pero son guardados ‘por si acaso’ o por apego emocional. La falta de soluciones accesibles para vender o donar ropa, así como una escasa demanda de este tipo de productos, obstaculizan su reutilización. A su vez, los puntos de recogida textil enfréntanse a un colapso debido a la gran acumulación de ropa de baja calidad, lo que complica aún más el proceso de clasificación y reciclaje por parte de las organizaciones benéficas.

En la lucha por mitigar el problema de desechos textiles, la Unión Europea ha empezado a implementar un marco más estricto sobre el flujo de residuos a nivel transfronterizo, que se inscribe en la Convención de Basilea. La ley Anti-desperdicio para una economía circular, adoptada en 2020, tenía como objetivo recolectar el 60 % de los textiles usados para 2028 y reciclar el 70 % a partir de 2024, aumentando progresivamente este último objetivo hasta llegar al 80 %. Sin embargo, la implementación de estas medidas sigue siendo un desafío, ya que la mayoría del reciclaje textil se basa en métodos mecánicos que generalmente degradan el valor de las prendas. Es fundamental que se adopte un enfoque más sostenible en la producción de prendas, creando ropa pensada para durar y ser completamente reciclable.