Las plantas nucleares más grandes del mundo: Potencia y controversia en la transición energética

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La energía nuclear representa una fuente crucial de energía limpia en el contexto global actual, donde la reducción de emisiones de carbono es una prioridad. Sin embargo, las plantas nucleares generan debate debido a preocupaciones sobre seguridad, economía y sostenibilidad ambiental. Entre las muchas instalaciones en el mundo, algunas destacan por su tamaño e impacto, consolidándose como pilares del suministro energético.

Kashiwazaki-Kariwa: El gigante nuclear de Japón

Situada a lo largo del Mar de Japón, la planta nuclear de Kashiwazaki-Kariwa (KK) ostenta el título de la instalación nuclear más grande del mundo, con una capacidad instalada bruta de 8,212 MW. Esta planta, inaugurada en 1985, cuenta con siete reactores de agua en ebullición (BWR) con capacidades que varían entre 1,100 MW y 1,356 MW.

A pesar de su impresionante capacidad para abastecer a más de 13 millones de hogares, la planta permanece inactiva desde el desastre de Fukushima en 2011, un evento que llevó a la implementación de normativas de seguridad más estrictas. Aunque obtuvo la aprobación del regulador en 2017, aún no se ha conseguido el permiso del gobierno local para su reactivación.

La discusión en Japón se centra en el impacto de esta planta en la reducción de costos y emisiones, considerando que el país ha incrementado sus importaciones de combustibles fósiles desde el cierre de sus reactores.

Bruce: El coloso nuclear de Canadá

En segundo lugar en la lista de las plantas nucleares más grandes se encuentra la Estación Generadora Nuclear Bruce, ubicada en Ontario, Canadá. Con una capacidad de 6,430 MW y ocho reactores de agua pesada presurizada, esta instalación comenzó operaciones en la década de 1980.

Tras varios años de inactividad, dos de sus unidades se reactivaron en 2012, y en 2019 su capacidad máxima se incrementó en 22 MW gracias a mejoras tecnológicas. La planta Bruce es un componente esencial de la estrategia energética de Canadá, proporcionando energía confiable y libre de emisiones.

Hanul: La superpotencia energética de Corea del Sur

La planta nuclear de Hanul, anteriormente conocida como Ulchin, es la instalación más grande de Corea del Sur y la tercera a nivel mundial. Con una capacidad neta actual de 5,908 MW, se espera que alcance los 8,608 MW tras la finalización de su segunda fase de desarrollo.

Operativa desde 1986, esta planta alberga seis reactores de agua presurizada (PWR) y se encuentra en proceso de expansión con los reactores Shin Hanul-1 y Shin Hanul-2. Sin embargo, ha enfrentado desafíos técnicos, como grietas en los tubos guía de las barras de control, las cuales fueron reparadas en 2013, subrayando la importancia del mantenimiento regular para garantizar la seguridad y eficiencia.

Zaporizhzhia y Gravelines: La promesa de energía sin carbono

La planta nuclear de Zaporizhzhia, en Ucrania, es la más grande de Europa con una capacidad de 5,700 MW y seis reactores VVER-1000. Produce más del 20% de la electricidad del país. Por su parte, la planta de Gravelines, en Francia, cuenta con una capacidad de 5,460 MW y ha operado de manera confiable desde la década de 1980.

Ambas instalaciones ejemplifican cómo la energía nuclear puede generar grandes cantidades de energía limpia, enfrentándose simultáneamente a desafíos como la gestión de residuos, la resistencia política y los prolongados tiempos de construcción.

El futuro de la energía nuclear

El interés por la energía nuclear sigue creciendo, especialmente en países como China e India, que están expandiendo sus capacidades en este ámbito. Sin embargo, la viabilidad a largo plazo de esta fuente energética depende de equilibrar sus beneficios con desafíos clave como la seguridad y el manejo de desechos.

Plantas como Kashiwazaki-Kariwa y Bruce demuestran que la energía nuclear puede evolucionar para satisfacer las necesidades energéticas globales, pero no sin controversias económicas, ambientales y políticas. A pesar de esto, su potencial para liderar la transición hacia un sistema energético más limpio sigue siendo innegable, representando una promesa para un futuro más sostenible.