La situación del agua en Chile ha alcanzado niveles críticos en la última década, convirtiéndose en un desafío estructural que afecta a diversos sectores económicos, especialmente a la minería y la industria del norte del país. La creciente escasez de agua ha llevado a la necesidad de buscar fuentes no convencionales, como la desalación y el reúso de agua, como soluciones para garantizar el abastecimiento. En este contexto, la ingeniería nacional ha asumido un rol protagónico, desarrollando proyectos innovadores que permiten optimizar el uso del recurso hídrico y asegurar la operación continua de las actividades productivas.
Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), se prevé que hacia el año 2034 la minería reducirá su consumo de agua continental en un 37% y duplicará su uso de agua de mar, lo que representa un cambio significativo hacia un modelo más sustentable. Este fenómeno ha motivado una expansión sin precedentes en la infraestructura hídrica del país, con 51 proyectos en distintas etapas de desarrollo que suman inversiones por USD 24.455 millones y una capacidad total de 39.043 litros por segundo. Estos proyectos no solo atenderán la demanda de la minería, sino también de la industria en general, los sistemas sanitarios y la naciente industria del hidrógeno verde.
Luis Rodríguez, jefe de proyectos en Pares & Álvarez, destaca que la disminución de fuentes de agua dulce ha obligado a los sectores productivos a adoptar estrategias radicales, como el uso de agua de mar. Las decisiones de diseño y ubicación de las plantas se vuelven cruciales, ya que influyen directamente en los costos de inversión y operación. La ingeniería chilena ha respondido con proyectos que incorporan tecnologías avanzadas, optimizando aspectos como el consumo energético y la sostenibilidad ambiental. Herramientas como la metodología BIM y la planificación AWP han revolucionado el diseño de estas infraestructuras, permitiendo identificar y mitigar riesgos en las etapas de construcción.
Adicionalmente, la integración de energías renovables en la operación de las plantas desaladoras está transformando la industria. La adopción de energía limpia no solo mejora la sostenibilidad de los procesos de desalación, sino que también se ha convertido en una exigencia para seguir siendo competitivos en los mercados internacionales. En la actualidad, Chile cuenta con 32 plantas desaladoras de gran envergadura, que operan a una capacidad combinada superior a los 14 mil litros por segundo, destacándose iniciativas como la planta multipropósito de Aguas CAP, que integra usos industriales y urbanos.
La oportunidad económica que representa la inversión en infraestructura hídrica es innegable. La industria minera, la agricultura tecnificada y el desarrollo del hidrógeno verde dependen de la disponibilidad y gestión eficiente del agua. De cara al futuro, la ingeniería chilena está llamada a liderar esta transición hídrica, asegurando que la innovación y la sostenibilidad vayan de la mano. Temas como estos serán abordados en el próximo Congreso ACADES 2026, donde se reunirán líderes del sector para discutir estrategias y acciones que garanticen la seguridad hídrica del país.











